domingo, 16 de mayo de 2010

GC 1

"me muero por creer que es posible" - GC

jueves, 13 de mayo de 2010

dos

encontrarte en los pedacitos de paz; entre el caos y enredado en él como una soga formando un nudo de vida.

uno

unidos desde el dolor, llegué a conocer por vos la felicidad más pura.

lunes, 10 de mayo de 2010

volar

eso tanto que me diste sin darme nada, el pedazo de tu alma que acaricié una noche de tanto frío y tanta luz.

viernes, 30 de abril de 2010

de primera

principio y fin enraizados en el alma en un momento inolvidable.

domingo, 17 de enero de 2010

después

la vio acercarse y sintió que el mundo empezaba ahí. tantos años, tantas cosas, tanta vida pasó, y hoy volvía a caminar sus calles, volvía a aparecer entre tanta cotidianidad, entre tantas caras familiares emergían sus ojos de almendra, su boca que tantas veces había besado hasta el cansancio.

ella se acercaba, y horacio no sabía qué hacer. saludarla cordialmente, saludarla afecutosamente, invitarla un café (pero si no viene a verme a mi), ignorarla. pero bien sabía él (y ella) que eso último no era una opción, que no podían ignorarse a fuerza del peso de lo vivido, que a veces es como una bola gigante de concreto que te presiona en los hombros recordándote siempre que está ahí.

un paso más, otro, tac tac tac. más cerca. tan lejos estaba, y ahora de golpe tan cerca. nos refugiamos en la distancia para atribuir lo nuestro a alguna otra vida adolescente de pueblo y cementerios, y de repente nos encontramos acá, otra vez acá, cara a cara, nariz a nariz.

quiere abrazarla, se muere por abrazarla aunque sabe que no lo va a hacer. por su mujer, por los chicos, por "el deber". por el tiempo que pasó, que fueron tantas vidas y ahora ya no..

seguro que no sería lo mismo. ese mirarnos y entender todo lo que tiene que entenderse para saber que no se quiere estar en ningún otro lugar más que ahí, en ese momento. esas manos que fueron cielo, esos brazos que supieron ser refugio tantas veces. mi dedo recorriendo incontables veces el contorno de su cara: los ojos, la nariz, la punta de la nariz, la boca. la caminata, el río, el primer beso y saber. porque estas cosas se saben en esos primeros contactos, hay besos olvidables, y besos que se quieren repetir toda la vida. y esa noche fue eso, y fue tanto más..

y después todo se rompió como se rompen las cosas que no se respetan lo suficiente como para cuidarlas de los cascotazos del mundo. crear algo tan puro en un ambiente tan lleno de porquerías implica incubadora, hibernación, cuidados intensivos, etc. si no: caput. la nada; esto que es nada, que es verte volver pero no a mi, volver a pasar para saber que estás, pero que ya no estás como antes, hermosa nena de ciudad.

lunes, 14 de diciembre de 2009

caminar

caminaba despacio aunque miraba la hora y sabía que mejor era apurar el paso. disfrutaba caminar, disfrutaba la ciudad y esas calles que parecían tan conocidas, aunque apenas si había andado por ahí lo suficiente para saber que cuatro para allá estaba córdoba, y que callao corría mano para allá. caminaba y miraba las baldosas, ya no las contaba pero iba pisándolas, casi puntillosamente caminaba sobre la línea imaginaria que dibujaba de a ratos para sentirse parte de algo anterior; se hacía creer que caminaba sobre la línea, y no que dibujaba la línea por donde iba caminando.
a veces levantaba la cabeza y miraba. lo hacía cada vez más seguido, sobre todo cuando se aburrió de la línea y se dejó atraer por el encanto-de-buenos-aires. la gente, los kioscos, los autos, los semáforos, los papeles, la gente que reparte papeles, los ejecutivos, las veredas, los cordones, los bocinazos, los encuentros, los cigarrillos, los cafés. entonces lo vio. el mismo lugar, la misma mesa. dejó de contar sus pasos, dejó de mirar alternativamente los coches para cruzar, la gente para no llevársela por delante, su bolso para no perderlo. dejó de caminar. se dió cuenta de lo cerca que estaba geográficamente (a cuadras del departamento), temporalmente (casi exactamente catorce días y una hora), y en distancia real, de persona a persona: contacto directo. una llamada, otro café, volver a verse.
el tiempo que se mantuvo de pie en la esquina de callao y corrientes fue suficiente para permitir que su impulso sucumba inocuo ante el inquebrantable sentido de lo-que-se-debe-y-no-hacer. el deber, el sentido común, la moral. eso que nos permite vivir y a la vez nos lo impide. porque ella siguió caminando, llegó al 236, tocó timbre, entró, y callao y corrientes, el cafe, el encuentro..todo eso se perdió (otra vez) en algo de lo que seguramente se olvidará una vez cruce la puerta y vuelva a dibujar líneas en el piso. otro momento no vivido. hacer olvidable lo inolvidable.
y a la noche, volviendo, todo se hizo mas claro. desde el deber-de-no-llamar, las distancias (geográficas y temporales) se agrandan mientras que lo no-vivido se va perdiendo, y de a poco ella tambien se olvida y se va en un 60 cualquiera.